sábado, 9 de diciembre de 2006

Las situaciones de relajación

12.Las situaciones de relajación


La mayoría de los fumadores creen que los cigarrillos les ayudan a
relajarse. Lo cierto es que la nicotina, entre otras cosas, es un estimulante
químico. Si te tomas el pulso y luego fumas dos cigarrillos seguidos,
notarás un aumento significativo en el número de pulsaciones.
Uno de los cigarrillos preferidos puede ser el de después de comer o
de cenar. La comida y la cena son los momentos de mayor sosiego de la
jornada: dejamos de trabajar, nos sentamos, aliviamos el hambre y la sed,
y nos sentimos completamente relajados y satisfechos. El pobre fumador,
sin embargo, no puede relajarse: tiene otra «hambre» que satisfacer. Él
suele considerar el cigarrillo de después de comer como el punto
culminante de la comida, pero no tiene nada que ver: es sólo el monstruito
que pide que le den de comer también.

En realidad, el adicto a la nicotina nunca puede relajarse del todo, y
con el paso de los años su intranquilidad aumenta.

Las personas menos relajadas del mundo no son los nofumadores,
sino los ejecutivos de cincuenta años, fumadores compulsivos, siempre
tosiendo, con la tensión alta y permanentemente irritables. Cuando se
llega a este punto, los cigarrillos no alivian ni siquiera parcialmente la
ansiedad que han producido.

Recuerdo mi juventud, cuando era asesor financiero, con una familia
recién formada. Si uno de mis hijos se portaba mal, reaccionaba de
manera totalmente desproporcionada. Verdaderamente creía que había
algo malvado en mi carácter; ahora sé que los cigarrillos creaban el
problema. En esa época pensaba que tenía los mayores problemas del
mundo, pero, mirando atrás, me pregunto dónde estaba tanto estrés.
Dominaba en todos los demás aspectos de mi vida. Lo único que me
controlaba a mí era el tabaco. Lo triste es que todavía no puedo convencer
a mis hijos de que mi irritabilidad se debía al cigarrillo, porque cada vez
que escuchan a un fumador que trata de justificar su adicción, reciben el
siguiente mensaje: «Los cigarrillos me tranquilizan. Me ayudan a
relajarme.»

Hace unos años, en un programa de la radio se debatió si se debía
prohibir a los fumadores que adoptasen hijos. Llamó un hombre furioso y
dijo: «Están completamente equivocados. Recuerdo cuando era niño y
tenía que tratar algún problema con mi madre, esperaba el momento en
que encendiese un cigarrillo para hacerlo, porque estaba más relajada.»
¿Por qué no podía hablar con su madre cuando no estaba fumando? La
próxima vez que veas a una madre gritando a su hijo en el supermercado,
observa que hace al salir: lo primero será encender un cigarrillo. Empieza
a observar a los fumadores, sobre todo cuando no se les permite fumar.

Verás que se llevan las manos a la boca, hacen gestos con las manos, dan
golpecitos con los pies, juegan con el pelo o aprietan los dientes. Los
fumadores no están relajados, han olvidado lo que es estar completamente
relajados. Esta es una de las muchas alegrías que te esperan.

Al fumador se le puede comparar con un insecto atrapado en una
planta carnívora. Al principio, el insecto se alimenta del néctar; de pronto,
la planta empieza a devorar al insecto.

¿No es hora ya de que te escapes de la planta?

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