viernes, 8 de diciembre de 2006

Las situaciones de concentración

11.Las situaciones de concentración


Los cigarrillos no te ayudan cuando tienes que concentrarte. Es sólo un
engaño.

Cuando intentas concentrarte, automáticamente procuras evitar molestias,
como un exceso de calor o de frío. El fumador ya siente la molestia del
monstruito que pide su dosis. Por tanto, cuando quiere concentrarse, ni lo
piensa: enciende un cigarrillo de manera automática, quitándose parcialmente la
molestia de la ansiedad, se dedica al trabajo que tiene delante y ya se ha
olvidado de que está fumando.

El tabaco no ayuda a concentrarte; al contrario, destruye la concentración,
porque, con el tiempo, es imposible aliviar completamente la ansiedad incluso
mientras fumas. Siguiente paso: fumas más, y el problema crece.
Existe otro factor que perjudica la concentración. La obstrucción progresiva
de arterias y venas con los venenos, privando al cerebro de oxígeno. De hecho,
la concentración e inspiración se verán beneficiadas si se revierte todo el
proceso.

Este error en cuanto a la concentración me impedía dejar de fumar con el
método de la fuerza de voluntad. Podía aguantar la irritabilidad y el mal humor,
pero cuando algo difícil me exigía mucha concentración, tenía que tener aquel
cigarrillo. Recuerdo el pánico que sentí al enterarme de que no podía fumar
durante los exámenes de contabilidad. En esa época ya era un fumador
compulsivo, sabía que me iba a ser imposible concentrarme durante tres horas
sin un solo cigarrillo. Pero aprobé los exámenes y no recuerdo haber pensado
en fumar durante ese momento; evidentemente, cuando me encontraba entre la
espada y la pared, podía tolerarlo.

En realidad, la falta de concentración que los fumadores experimentan al
intentar dejar de fumar no se debe a los síntomas físicos de la ansiedad por la
nicotina. Si eres fumador, tienes bloqueos mentales. ¿Qué haces entonces? Si
no estás fumando, enciendes un cigarrillo; pero esto no soluciona el problema.
Tienes que seguir adelante igual que lo hacen los no-fumadores. Cuando eres
fumador nunca echas la culpa de las cosas al cigarrillo. Los fumadores nunca
tienen tos de fumador; se engañan a sí mismos padeciendo un resfriado
permanente. En cambio, cuando dejas de fumar, culpas de lo que en la vida te
va mal al hecho de que has dejado de fumar. Cuando tienes un bloqueo mental,
en lugar de sobrellevarlo, dices: «Ojalá pudiera encender un cigarrillo, esto
resolvería mi problema.» Así es cómo empiezas a dudar de tu decisión por dejar
de fumar.

Si crees que el fumar favorece la concentración, entonces el hecho de
preocuparte por ello hará que no puedas concentrarte con toda seguridad. Son
las dudas, no la ansiedad física las responsables del problema. Acuérdate, sólo
los fumadores padecen las punzadas de ansiedad; los no-fumadores no las
padecen.

Cuando apagué el último cigarrillo, pasé de la noche a la mañana, de
fumar cien cigarrillos diarios a no fumar ninguno, sin pérdida alguna de
concentración.

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