18.La vitalidad
La mayoría de los fumadores se dan cuenta de que están obstruyendo sus
vías respiratorias, pero no suelen darse cuenta del letargo general que el tabaco
produce.
Además de congestionar los pulmones, el fumador también obstruye sus
venas y sus arterias con venenos como la nicotina y el monóxido de carbono,
entre otros.
Nuestros pulmones y todo nuestro sistema de riego sanguíneo están
diseñados para llevar oxígeno y varias sustancias nutritivas a todos los órganos
y músculos del cuerpo. Progresivamente el fumador está privando a cada
músculo y órgano de oxígeno, lo cual hace que funcionen cada vez con menos
eficacia. No sólo se vuelve más y más aletargado cada día, sino que también
cada día se hace menos resistente a otras enfermedades.
Como es un proceso muy lento, el fumador no se da cuenta de qué está
ocurriendo. Cada mañana no se encuentra diferente que la mañana anterior, y
como no se encuentra realmente enfermo, tiende a pensar que este letargo
continuo es simplemente el efecto del envejecimiento.
Después de haber estado en plena forma en mi juventud, estuve
permanentemente cansado durante veinticinco años. Creía que la vitalidad era
sólo cosa de niños y adolescentes. Uno de los maravillosos beneficios que
encontré poco después de dejar de fumar, fue sentir de nuevo la sensación de
vitalidad, de querer hacer ejercicio.
Este abuso del cuerpo y el letargo consiguiente llevan a otros males: el
fumador tiende a evitar todo ejercicio o deporte, y a comer y a beber en exceso.
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