jueves, 7 de diciembre de 2006

La trampa siniestra

4.La trampa siniestra


El fumar es la trampa más sutil y más siniestra que existe en la Naturaleza.
El hombre no podría concebir una trampa tan ingeniosa, ¿Qué es lo que nos
hace caer en ella desde el principio? Los miles de adultos que ya fuman. Ellos
nos advierten, incluso, del hábito sucio y repulsivo que acabará destruyéndonos
y del dinero malgastado; pero no podemos creer que no se lo pasen bien
fumando. Uno de los muchos aspectos patéticos del fumar, es cuánto esfuerzo
empleamos para conseguir engancharnos.

Es la única trampa de la Naturaleza que no tiene cebo alguno. Lo que hace
saltar la trampa no es que los cigarrillos sepan maravillosamente, sino el hecho
de que saben horribles. Si ese primer cigarrillo supiera maravilloso, empezarían
a sonar alarmas, y como seres humanos inteligentes, comprenderíamos por qué
la mitad de la población adulta está pagando un dineral para envenenarse. Pero
como ese primer cigarrillo sabe tan mal, nuestras jóvenes mentes creen estar
seguras de que nunca nos engancharemos, y creemos que como no
disfrutamos de los cigarrillos, podremos dejados cuando nos apetezca.

Es la única droga de la Naturaleza que nunca te permite conseguir lo que
te propones. Los chicos suelen empezar porque quieren parecer «duros» —la
imagen de Humphrey Bogart o de Clint Eastwood—; pero lo último que sientes
cuando fumas el primer cigarrillo es que eres «duro». No te atreves a tragar el
humo; si te fumas demasiados, primero te mareas y luego tienes ganas de
vomitar. Lo único que quieres hacer es alejarte de los demás chicos y tirar esas
asquerosidades.

En las mujeres, es el deseo de parecer una chica sofisticada y moderna lo
que les hace empezar. Todos las hemos visto dando caladitas, con un aire
totalmente ridículo. Cuando los chicos por fin han aprendido a parecer «duros» y
las chicas sofisticadas, ya hubieran preferido no haber empezado nunca.

Luego nos pasamos la vida intentando entender por qué lo hacemos,
diciéndoles a nuestros hijos que no se dejen atrapar, y, de vez en cuando,
intentando salir nosotros mismos de la trampa.

La trampa está diseñada de tal forma que sólo se intenta salir de ella
cuando nuestra vida está en un momento de estrés, sea porque estamos mal de
salud, nos falta dinero, o porque sentimos que la gente nos rechaza como si
fuéramos leprosos.

En cuanto lo dejamos, sentimos más estrés todavía (con la tan temida
ansiedad por la retirada de la nicotina) y ahora, además, tenemos que prescindir
de lo único de que dependemos para aliviar el estrés (nuestro apoyo y viejo
amigo, el cigarrillo).

Al cabo de unos cuantos días de tortura, decidimos que hemos elegido un
mal momento, que debemos esperar hasta que haya un período sin estrés
; y en
cuanto llega ese día desaparece la motivación que nos empujaba a dejarlo.
Desde luego tal período no llegará nunca, porque pensamos que nuestras vidas
se van llenando de más y más estrés. En cuanto dejamos el hogar protegido de
nuestros padres, empieza el proceso normal de montar una casa, pedir créditos,
tener hijos, más responsabilidad en el trabajo, etc. Esto también son
imaginaciones. La realidad es que el período con más estrés en la vida de
cualquier ser es la niñez y la adolescencia. Tendemos a confundir la
responsabilidad con el estrés. Para el fumador el estrés aumenta automática
mente, porque el tabaco no le relaja, ni disminuye los efectos del estrés, como la
sociedad intenta hacerte creer. Es lo contrario: son los cigarrillos los que nos
ponen más nerviosos y deprimidos.

Incluso fumadores que dejan de fumar (la mayoría de ellos lo consiguen
una o más veces a lo largo de su vida) pueden vivir perfectamente felices y
luego de repente volverse a enganchar.

Todo lo relacionado con el fumar es como errar por un laberinto
gigantesco. En el momento en que entramos en el laberinto se nos nubla la
mente, y pasamos el resto de la vida intentando escapar. Muchos, al final, lo
conseguimos, para volver a quedar atrapados más tarde.

Yo estuve treinta y tres años intentando escapar del laberinto. Al igual que
los demás fumadores, tampoco lo entendía. Sin embargo, debido a una serie de
circunstancias extraordinarias, que no implican ningún mérito por mi parte, quise
saber por qué durante tanto tiempo había sido tan endemoniadamente difícil
quitármelo, y por qué, cuando finalmente lo hice, me resultó no sólo fácil, sino
también agradable.

Desde que dejé de fumar, el hobby de mi vida, y últimamente mi profesión,
ha sido buscar las respuestas a las muchas cuestiones espinosas relacionadas
con el fumar. Es un rompecabezas complicado y fascinante, como el famoso
cubo de Rubick; casi imposible de resolver. Sin embargo, igual que cualquier
tipo de rompecabezas complicado, es fácil cuando sabes la solución. Yo te
guiaré para salir del laberinto y me cuidaré de que nunca vuelvas a entrar en él.

Lo único que tienes que hacer es seguir las instrucciones.

Si no sigues una delas instrucciones, las demás no servirán de nada,
Quisiera dejar claro que cualquier persona puede encontrar fácil dejar de
fumar, pero primero tenemos que establecer los hechos reales en cuanto al
fumar. No me refiero a los hechos aterrorizadores relacionados con la salud, sé
que eres consciente de ellos. Ya hay muchas cosas publicadas sobre los males
y los peligros asociados con el fumar. Si eso fuera suficiente, ya lo habrías
dejado. Me refiero a la pregunta: ¿por qué nos resulta tan difícil dejarlo? Para
contestar esta pregunta tenemos que saber cuál es la verdadera razón por la
que seguimos fumando.

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