jueves, 7 de diciembre de 2006

El método fácil

2.El método fácil


El objetivo de este libro es preparar la mente para que, en lugar del método
normal, según el cual dejas de fumar con la sensación de escalar el Everest y
pasas las semanas siguientes deseando fumar un pitillo y envidiando a los otros
fumadores, puedas empezar desde el principio con una sensación de euforia,
como si te hubieran curado de una enfermedad atroz. A partir de este momento,
y a medida que vas avanzando por la vida, mirarás los cigarrillos y te
preguntarás cómo pudiste empezar a fumarlos. Verás a los demás fumadores,
no con envidia, sino con lástima.

Si no eres no-fumador o ex fumador, es imprescindible que sigas fumando
hasta que termines el libro del todo. Esto puede parecer contradictorio. Más
tarde explicaré que el tabaco no hace nada en absoluto por ti. Es cierto, uno de
los misterios del fumar es que mientras estamos fumándonos un pitillo, lo
miramos y nos preguntamos por qué lo hacemos. Es sólo en el momento en que
nos encontramos privados de ellos cuando los cigarrillos adquieren cierto valor
para nosotros. Sin embargo, vamos a aceptar, te guste o no, que crees que
estás enganchado. Cuando estás enganchado, nunca puedes relajarte del todo
ni concentrarte si no estás fumando. Por tanto, no intentes dejar de fumar hasta
que hayas terminado todo el libro. Conforme sigas leyendo, tus ganas de fumar
irán disminuyendo. No arranques a medio gas; podría ser catastrófico. Recuerda
que lo único que tienes que hacer es seguir las instrucciones.

Con la ventaja de cinco años de críticas y comentarios desde la publicación
del libro, al principio, este consejo de seguir fumando me ha causado más
frustraciones que ningún otro (si dejamos de lado el capítulo veintiocho. Elegir el
momento idóneo). Cuando dejé de fumar por primera vez muchos de mis
familiares y amigos también lo dejaron, sólo porque yo lo había hecho.
Pensaron: «Si él puede, cualquiera puede.» Con el paso del tiempo, a través de
sutiles indicios logré convencer a quienes seguían fumando de lo bien que uno
se siente al liberarse. Cuando se publicó el libro, distribuí ejemplares entre los
más empedernidos. Partía del supuesto de que, aunque fuese el libro más
aburrido, iban a leerlo, aunque sólo fuese porque lo había escrito un amigo. Me
sentí asombrado y decepcionado al enterarme, unos meses más tarde de que ni
siquiera habían terminado de leerlo. Llegué a descubrir que quien entonces era
mi mejor amigo, no sólo había ignorado el libro original con mi firma, sino que
además lo había regalado. Me dolió en ese momento, pero había subestimado
el terrible miedo que la esclavitud al tabaco genera en los fumadores. Puede ir
más allá de la amistad y casi provoqué el divorcio debido a ello. Mi madre llegó
a decirle a mi mujer: «¿Por qué no le amenazas con abandonarle si no deja de
fumar?» A lo que mi mujer respondió: «Porque me dejaría si lo hiciera.» Me
avergüenza admitirlo, pero creo que tenía razón. Tan fuerte es el miedo que
crea el cigarrillo.

Ahora me doy cuenta de que muchos fumadores no llegan al final del libro
porque se sienten obligados a dejar de fumar sin falta en el momento de
terminar el libro. Algunos hasta leen un solo renglón por día para posponer la
llegada de ese día. Soy consciente de que muchos lectores se ven obligados a
leerlo para no defraudar a quienes les quieren. Míralo así: ¿Qué puedes perder?
Si no dejas de fumar al final del libro, no estarás peor que ahora. ¡NO TIENES
ABSOLUTAMENTE NADA QUE PERDER Y TANTO QUE GANAR! A propósito,
si no has fumado nada en los últimos días o semanas, pero no estás seguro de
si eres un fumador, ex fumador o no-fumador, no fumes mientras leas este libro.
En realidad, ya eres no fumador. Todo lo que queda por hacer es permitir que tu
mente alcance tu cuerpo. Al llegar al final del libro serás un no-fumador feliz.
Básicamente, mi método es justamente lo contrario del método normal
para intentar dejar de fumar. El método normal consiste en hacer una lista de las
muchas desventajas del fumar y luego decirse a uno mismo: «Si puedo
aguantar sin fumar el tiempo suficiente, al final desaparecerán las ganas de
fumar. Entonces podré disfrutar de nuevo de la vida, libre de la esclavitud del
tabaco.»

Esto es el procedimiento lógico, y todos los días miles de personas dejan
de fumar con variaciones de este método. Sin embargo, es muy difícil tener
éxito de esta manera por las siguientes razones:

1. El verdadero problema no es el dejar de fumar. Cada vez que apagas
un cigarrillo, estás dejando de fumar. Puede que tengas motivos
poderosos el primer día en tu intento de dejarlo y dices: «no quiero
fumar más»; en realidad, todos los fumadores los tienen cada día de
sus vidas, y los motivos para decir estas cosas son mucho más fuertes
de lo que podemos imaginar. El verdadero problema surge al día
siguiente, o a los diez días, o a los mil días, cuando en un momento de
debilidad, o porque has bebido, o incluso en un momento en que te
sientes fuerte, fumas un cigarrillo, y como es, en parte, una
drogadicción, ya estás deseando fumarte otro, y de repente eres
fumador otra vez.

2. Los informes sobre los males del tabaco para la salud que asustan
tanto deberían hacer que lo dejemos; nuestra mente racional dice:
«Déjalo, eres idiota»; pero la realidad es que este mismo miedo lo
hace más difícil. Fumamos, por ejemplo, cuando estamos nerviosos.
Dile a un fumador: «El tabaco te está matando», y lo primero que hace
es encender un cigarrillo.

3. Todos los motivos tradicionales para dejar de fumar lo hacen más
difícil por otras dos razones. Primero, porque producen la sensación de
sacrificio. Siempre pensamos que nos están obligando a sacrificar
nuestro amiguito, o nuestra ayuda, nuestro único vicio, nuestro único
placer o como el fumador quiera llamarlo. Segundo, porque crea una
cortina de humo. No fumamos por las razones por las que deberíamos
dejarlo, sino que la verdadera cuestión es ¿por qué queremos o
necesitamos hacerlo?

El método EASYWAY es fundamentalmente este: empezar olvidando las
razones que nos empujan a dejar de fumar; luego, enfrentarnos al problema del
tabaco y hacernos las siguientes preguntas:
1. ¿Qué beneficio me proporciona?
2. ¿Realmente disfruto de ello?
3. ¿Es realmente necesario seguir mi vida, pagando un dineral para
poder enchufarme estas cosas en la boca y asfixiarme?

La maravillosa verdad es que el tabaco no proporciona absolutamente
ningún beneficio. Quiero que quede bien claro, las desventajas del fumar son
mayores que las ventajas;
todos los fumadores saben eso, desde siempre. Es
decir, el fumar no tiene ni una sola ventaja. Lo único que alguna vez tuvo a su
favor fue su aceptación social; hoy, incluso los fumadores ven el fumar como un
hábito antisocial.

La mayoría de los fumadores sienten la necesidad de racionalizar por qué
fuman, pero las conclusiones a las que llegan son falsas e ilusorias.
En primer lugar vamos a hacer desaparecer estas falsedades e ilusiones.
Entonces te darás cuenta de que no existe ningún sacrificio. No sólo no hay
sacrificio, sino que el ser no-fumador ofrece unas ventajas maravillosas, entre
las cuales las de menos son mejorar la salud y tener más dinero
. Una vez hayas
superado la falsa idea de que no se disfruta tanto de la vida sin tabaco y te des
cuenta de ello, no sólo disfrutarás más, sino infinitamente más de la vida sin
tabaco, al erradicar la sensación de sacrificio o de privación; entonces podemos
volver a las cuestiones de salud y dinero, y a docenas de otras razones para
dejar de fumar. Estos argumentos se convertirán en razones positivas
adicionales para ayudarte a alcanzar lo que verdaderamente deseas: disfrutar
enteramente de tu vida, libre de la esclavitud del tabaco.

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